martes, 14 de abril de 2009

REFLEXIONES

Por. Agustín Burgos Pérez


En estos momentos que el mundo se estremece ante el impacto de una crisis económica sin precedente, provocada por la avaricia desenfrenada de quienes lo quieren todo para si, sin importarles las consecuencias de esas acciones. He estado reflexionando y no he podido evadir el recuerdo de cómo en situaciones difíciles para nuestra familia, mi padre (abuelo) quien siempre lograba superar los obstáculos, y aunque no era una persona acaudalada, ni mucho menos, nos crío en un ambiente digno y de felices recuerdos.

El era un campesino que no sabía leer ni escribir, si sabía contar muy bien, además con una formación moral férrea que siempre pudo exhibir con orgullo. Entre sus frases mas reiterativas solía decirnos que lo que más nos pedía era “Que no le mancháramos su honor”.

Se empeño en inculcarnos estas enseñanzas, cosa que hacia con la dedicación de un maestro, con la dulzura de un buen padre pero con la dureza de un dictador.

Mi padre era un esclavo de la Honestidad, la Disciplina, la Austeridad y la Responsabilidad, con eso le bastó para ser un hombre exitoso al que Dios premio dándole una larga vida de 96 años; ausente de enfermedades y penurias.

Por lo que a mi juicio, si aplicamos estos principios ético, siempre presente en la vida de mi padre, estoy convencido que tendremos un mejor País y consecuentemente un mejor Gaspar Hernández.

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